El fiscal general de Oregón, Dan Rayfield, presentó una demanda contra la administración Trump para bloquear el despliegue de miembros de la Guardia Nacional en Portland.

La demanda de Rayfield sostiene que la administración Trump ha “vulnerado el poder soberano de Oregón para gestionar su propia actividad de aplicación de la ley y los recursos de la Guardia Nacional. Lejos de promover la seguridad pública, las acciones provocativas y arbitrarias de los demandados amenazan con socavarla al incitar la indignación pública”.

El escrito afirma que la federalización de las tropas viola la Décima Enmienda, argumentando que “el poder policial—incluida la autoridad para promover la seguridad en las protestas y disuadir el crimen violento—reside en los estados, no en el gobierno federal”.

“Y al señalar a una jurisdicción en particular desfavorecida como represalia política, estas acciones también destruyen el principio constitucional de que la soberanía de los estados debe ser tratada por igual”, añade.

Rayfield anunció la demanda en un comunicado en video, señalando que la presentación se realizó “menos de seis horas después de recibir la notificación formal de que el presidente había federalizado la Guardia Nacional de Oregón en Portland”.

La demanda sigue a un memorando emitido por el secretario de Guerra, Pete Hegseth, quien escribió el 28 de septiembre que “200 miembros de la Guardia Nacional de Oregón serán llamados al servicio federal con efecto inmediato por un período de 60 días”.

El memorando de Hegseth se originó en un esfuerzo de junio del presidente Trump por “llamar al servicio federal a miembros y unidades de la Guardia Nacional bajo 10 U.S.C. 12406 para proteger temporalmente al personal del ICE y a otros funcionarios del Gobierno de Estados Unidos que estén desempeñando funciones federales, incluida la aplicación de la ley federal, y para proteger la propiedad federal en lugares donde se estén produciendo o probablemente se produzcan protestas contra estas funciones, según evaluaciones actuales de amenazas y operaciones planificadas”.

Incluso los medios liberales ya no pueden cubrir a Kamala Harris. El consejo editorial de The Washington Post criticó duramente el regreso de la exvicepresidenta a los reflectores, ridiculizando su gira de presentación de libro como “aún menos convincente que su campaña presidencial” y advirtiendo a los demócratas que no “tienen tiempo que perder” con ella en 2028.

La semana pasada, Harris concedió entrevistas cómodas con Rachel Maddow en MSNBC y con The View en ABC, pero aun así se mostró “incómoda y poco auténtica”, según el Post. El consejo editorial afirmó que sus memorias, 107 Days, resultaron igualmente poco impresionantes, con “prácticamente cada página” recordando a los lectores “por qué no logró cerrar el trato” como candidata nacional.

Los editores la acusaron de ajustar cuentas personales y de exhibir “el tipo de mezquindad por la que los demócratas justamente critican al expresidente Donald Trump”. En lugar de proyectarse como una líder, Harris transmitió la imagen de “una alumna ejemplar que les dice a los entrevistadores que su mayor debilidad es ser demasiado perfeccionista”.

La conclusión fue demoledora: “Los demócratas tienen una oportunidad real de victoria en 2028, pero no tendrán tiempo que perder con alguien como la exvicepresidenta”.

Otros comentaristas liberales se sumaron a las críticas. El experiodista de CNN Chris Cillizza escribió que la gira mediática de Harris demostró que “simplemente no es una política muy buena. Y no ha mejorado mucho en sus décadas en el negocio”.

Para los conservadores, esto no es ninguna novedad: Harris lleva mucho tiempo sin lograr conectar con los votantes. Pero cuando incluso The Washington Post dice que los demócratas deben pasar página, queda claro que su futuro político es sombrío.

Los Socialistas Democráticos de América (DSA) de Zohran Mamdani desataron indignación al rendir homenaje a Assata Shakur, una condenada por asesinar a un policía que alguna vez estuvo en la lista de “terroristas más buscados” del FBI. El grupo socialista elogió a Shakur, quien en 1973 mató al patrullero estatal de Nueva Jersey Werner Foerster, alegando que “el Estado estadounidense la oprimió brutalmente” a ella y a sus compañeros Panteras Negras. El DSA declaró: “Descansa en poder, Assata Shakur”, después de que Cuba confirmara que murió a los 78 años.

El legado radical de Shakur está ampliamente documentado. Condenada por asesinato en 1977, escapó de prisión con ayuda del Ejército de Liberación Negra y huyó a la Cuba comunista bajo la protección de Fidel Castro. El FBI reportó más tarde que el objetivo del grupo era simple: “matar policías” y tomar el control de comunidades. Shakur también estuvo vinculada a robos bancarios y a un ataque con granadas en 1971 contra agentes del NYPD.

El silencio de Mamdani sobre el tributo del DSA genera serias dudas sobre sus lealtades políticas. En el pasado exigió “desfinanciar a la policía” y en un inicio se negó a condenar el cántico “Globalicen la intifada”.

Al agravar la polémica, las congresistas demócratas Summer Lee, Ayanna Pressley y Yvette Clarke también rindieron homenaje a Shakur. Clarke afirmó: “Si hay una sola verdad en este mundo, es que Assata murió una mujer libre”. Pressley coincidió: “Descansa en paz y poder”.

La exaltación de una condenada por asesinar a un policía pone de relieve la bancarrota moral de la extrema izquierda. En lugar de honrar a los oficiales caídos de Estados Unidos, los líderes demócratas y sus aliados socialistas continúan romantizando a radicales que declararon la guerra a las fuerzas del orden.

Un caso escalofriante revela que el asesino convicto Scott Kimball, quien admitió haber matado a múltiples víctimas mientras trabajaba como informante del FBI, manipuló a la misma agencia encargada de proteger a los estadounidenses.

Kimball convirtió el asesinato en un macabro juego, aprovechándose de mujeres vulnerables e incluso de su propio tío, mientras entregaba “migajas” de inteligencia falsa al FBI. El exagente especial Jonny Grusing admitió: “Convirtió en un juego engañar al FBI… mientras ganara el juego frente a él, eso era lo único que importaba”.

Mientras las autoridades federales le otorgaban el estatus de informante confidencial, Kimball estaba asesinando al menos a cuatro personas—y más tarde afirmó ser responsable de entre 45 y 50. Fueron las familias de las víctimas quienes finalmente obligaron al FBI a investigar a su propia fuente de confianza. “Tener a alguien que disfrutaba manipulándonos, poniendo cosas en nuestros archivos y luego haciendo desaparecer a personas, fue más allá de cualquier cosa que yo hubiera visto”, reveló Grusing.

El caso pone de relieve una inquietante falta de responsabilidad dentro de la agencia. En lugar de proteger a ciudadanos inocentes, el FBI facilitó a un depredador que admitió abiertamente: “Simplemente mato personas cuando tengo la oportunidad”.

Los conservadores han advertido durante mucho tiempo que las fallas del FBI no son solo políticas, sino mortales. Como reconoció Grusing: “Era como dejar pequeñas migajas de pan para decir: ‘Soy tan bueno en esto, que puedo contarles sobre estos homicidios y ustedes nunca sabrán que yo los estoy cometiendo’”.

El presidente Donald Trump asistirá el martes a una importante reunión militar en Quantico, Virginia.

“Es realmente solo una reunión muy agradable para hablar sobre lo bien que nos está yendo militarmente, hablar de que estamos en gran forma, hablar de muchas cosas buenas y positivas. Es simplemente un buen mensaje”, dijo Trump a NBC News. “Tenemos a gente excelente que vendrá y es solo un ‘espíritu de cuerpo’. ¿Conocen la expresión ‘espíritu de cuerpo’? De eso se trata. Estamos hablando de lo que estamos haciendo, de lo que ellos están haciendo y de cómo lo estamos haciendo”.

“Déjenlo ser amistoso con los generales y almirantes de todo el mundo”, añadió Trump. “Actúan como si esto fuera algo malo. ¿No es agradable que la gente venga de todo el mundo a estar con nosotros?”.

La orden del secretario de Guerra, Pete Hegseth, que convocaba a la reunión decía, según The Washington Post: “Se ordena la asistencia de todos los oficiales generales en el rango O-7 a O-10 y sus asesores principales de suboficiales generales, dentro de las limitaciones operativas”.

Hegseth había prometido anteriormente reducir el cuerpo de oficiales en un 20%. En un memorando de mayo, escribió que los funcionarios “deben cultivar líderes superiores excepcionales que impulsen la innovación y la excelencia operativa, libres de capas burocráticas innecesarias que obstaculicen su crecimiento y efectividad”.

“Un paso crítico en este proceso es eliminar estructuras de fuerza redundantes para optimizar y agilizar el liderazgo reduciendo el exceso de puestos de oficiales generales y de bandera”, escribió, ordenando una reducción del 20% de los puestos de cuatro estrellas en la Fuerza Activa, un 20% de reducción de oficiales generales en la Guardia Nacional y un 10% de reducción tanto de oficiales generales como de bandera con la reestructuración del Plan de Comando Unificado.