El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha eliminado capas de burocracia en el Pentágono para iniciar una rápida oleada de drones en todas las ramas del ejército de EE. UU., actuando bajo órdenes directas del presidente Trump.
La medida reclasifica los drones pequeños como municiones desechables en lugar de aeronaves, lo que permite a los comandantes evitar los canales tradicionales de adquisición y obtener sistemas de inmediato para su uso en combate. La directiva de Hegseth elimina los obstáculos burocráticos en la adquisición, instruyendo a los líderes en el campo a tratar los drones de Grupo 1 y Grupo 2 como herramientas de combate de bajo costo y alta disponibilidad.
La orden exige la integración inmediata de estos drones en ejercicios de entrenamiento, obligando a cada rama militar a realizar simulacros de combate utilizando enjambres de drones. Los comandantes ahora tienen la autoridad para desarrollar, comprar y desplegar plataformas de drones sin supervisión de la Junta de Capacidades Conjuntas del Pentágono ni de las oficinas tradicionales de programas.
Esta acción se alinea con la visión más amplia de Hegseth para reformar la estructura y capacidades del Ejército de EE. UU. Esa visión incluye equipar a cada división del Ejército con 1,000 drones en un plazo de dos años, reemplazar helicópteros convencionales con plataformas no tripuladas, e invertir en inteligencia artificial y guerra electromagnética. La filosofía estratégica de Hegseth enfatiza abrumar al enemigo con masa, autonomía y letalidad—elementos clave de la agenda nacional de defensa del presidente Trump.
Los críticos argumentan que eliminar la supervisión en adquisiciones implica riesgos de consecuencias no deseadas. Advierten que evitar controles de seguridad y pruebas tradicionales podría resultar en fallas o usos indebidos en operaciones de alto riesgo. Sin embargo, la administración de Trump considera esto esencial para restaurar el dominio de EE. UU. en el campo de batalla, especialmente frente a amenazas crecientes de China e Irán, ambos fuertemente invertidos en capacidades de guerra electrónica y drones.
Se espera que la orden de drones de Hegseth acelere los contratos con fabricantes de drones estadounidenses y agilice el despliegue en campo de enjambres autónomos. La iniciativa también podría aumentar la presión sobre los aliados de la OTAN para modernizarse junto a Estados Unidos, marcando una nueva fase en la postura militar global centrada en la guerra de drones rápida y descentralizada.