Un caso escalofriante revela que el asesino convicto Scott Kimball, quien admitió haber matado a múltiples víctimas mientras trabajaba como informante del FBI, manipuló a la misma agencia encargada de proteger a los estadounidenses.
Kimball convirtió el asesinato en un macabro juego, aprovechándose de mujeres vulnerables e incluso de su propio tío, mientras entregaba “migajas” de inteligencia falsa al FBI. El exagente especial Jonny Grusing admitió: “Convirtió en un juego engañar al FBI… mientras ganara el juego frente a él, eso era lo único que importaba”.
Mientras las autoridades federales le otorgaban el estatus de informante confidencial, Kimball estaba asesinando al menos a cuatro personas—y más tarde afirmó ser responsable de entre 45 y 50. Fueron las familias de las víctimas quienes finalmente obligaron al FBI a investigar a su propia fuente de confianza. “Tener a alguien que disfrutaba manipulándonos, poniendo cosas en nuestros archivos y luego haciendo desaparecer a personas, fue más allá de cualquier cosa que yo hubiera visto”, reveló Grusing.
El caso pone de relieve una inquietante falta de responsabilidad dentro de la agencia. En lugar de proteger a ciudadanos inocentes, el FBI facilitó a un depredador que admitió abiertamente: “Simplemente mato personas cuando tengo la oportunidad”.
Los conservadores han advertido durante mucho tiempo que las fallas del FBI no son solo políticas, sino mortales. Como reconoció Grusing: “Era como dejar pequeñas migajas de pan para decir: ‘Soy tan bueno en esto, que puedo contarles sobre estos homicidios y ustedes nunca sabrán que yo los estoy cometiendo’”.