El representante Abe Hamadeh (R-AZ) reveló que fue objeto del ahora suspendido programa “Cielos Silenciosos” (“Quiet Skies”), una lista de vigilancia de la TSA.
“Me enteré a principios de esta semana. Sabía de la situación que le estaba ocurriendo a la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, cuando estuvo en ese programa Cielos Silenciosos”, dijo Hamadeh a Fox News Digital. “Yo sabía de eso desde hace unos meses y realmente no le di mucha importancia, pero mientras estaba en Washington, D.C., mi equipo recibió una llamada de la oficina del senador Rand Paul informándonos que tres miembros republicanos del Congreso fueron objeto de vigilancia y que yo era uno de ellos”.
Explicó que fue señalado en diciembre de 2022 mientras impugnaba los resultados de las elecciones de ese año, en las que se postulaba como fiscal general del estado.
“También es extraño que solo tres miembros republicanos del Congreso hayan sido objetivo. Quiero decir, supongo que, ya sabe, hay demócratas con viajes muy interesantes aquí con los que trabajo, o estoy seguro de que hay cosas que también los habrían señalado”, añadió Hamadeh, señalando que el hecho de que unos fueran vigilados y otros evitaran la vigilancia “te hace cuestionar a qué se enfocaba la administración Biden y a quiénes apuntaban específicamente”.
Al mencionar la presencia de Tulsi Gabbard en la lista, el congresista dijo: “Es un giro de 180 grados que ahora ella dirija las agencias de inteligencia como directora de Inteligencia Nacional, y esto demuestra contra qué estábamos luchando cuando Biden estaba a cargo: un Estado profundo comprometido”.
En junio, la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem puso fin al programa de listas de vigilancia de la TSA. “Está claro que el programa Cielos Silenciosos se utilizó como una agenda política de la Administración Biden —armado contra sus adversarios políticos y explotado para beneficiar a sus amigos adinerados—”, dijo en ese momento.
El senador Rand Paul (R-KY) celebró esta semana una audiencia sobre la instrumentalización del programa. Llamó a Cielos Silenciosos “una pesadilla distópica e inconstitucional disfrazada de herramienta de seguridad que cuesta a los contribuyentes estadounidenses 200 millones de dólares al año”. En lugar de detener atentados terroristas, el programa “puso su mirada en los propios ciudadanos estadounidenses que no habían cometido delitos, no habían violado leyes y, en muchos casos, eran funcionarios del propio gobierno”.
