El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, desestimó una amenaza del probable próximo alcalde de Nueva York, Zohran Mamdani, quien prometió arrestarlo si visita la ciudad. Hablando desde la Casa Blanca, Netanyahu calificó la advertencia de “ridícula” y “una tontería”, dejando claro que no tiene intención de echarse atrás. “Voy a ir allí con el presidente Trump y ya veremos,” declaró con confianza Netanyahu.
Mamdani, un socialista democrático y activista radical, ganó las primarias demócratas en junio al derrotar al exgobernador de Nueva York, Andrew Cuomo. Prometió arrestar a Netanyahu en virtud de una orden de la Corte Penal Internacional (CPI) relacionada con las operaciones militares de Israel en Gaza.
Al ser cuestionado sobre si seguiría intentando arrestar a Netanyahu a pesar de que Israel no es parte de la CPI, Mamdani respondió: “Es hora de que actuemos y dejemos claro lo que estamos dispuestos a hacer para mostrar el liderazgo que claramente falta en la administración federal.”
El presidente Trump, acompañado de Netanyahu durante la visita, desestimó la retórica de Mamdani y aseguró a los periodistas: “Yo me encargaré de él.” Añadió una advertencia directa a Mamdani: “Será mejor que se comporte, o va a tener grandes problemas.” Trump también calificó a Mamdani de “comunista” y condenó su historial de comentarios incendiarios, incluidas acusaciones de antisemitismo.
Los comentarios surgieron durante la tercera visita de Netanyahu a Estados Unidos en seis meses, como parte de conversaciones sobre un posible alto el fuego con Hamás. Durante la visita, Netanyahu sorprendió a Trump al nominarlo al Premio Nobel de la Paz, reconociendo su papel en el fortalecimiento de las relaciones entre Estados Unidos e Israel y en la búsqueda de estabilidad regional. La nominación fue recibida con aplausos por líderes conservadores y cristianos que apoyan a Israel.
Con el aumento de tensiones en el Medio Oriente y voces radicales ganando influencia en ciudades estadounidenses, el enfrentamiento entre Mamdani y Netanyahu refleja la creciente fricción entre la política progresista local y la política exterior nacional. La visita de Netanyahu y el respaldo de Trump reafirman los fuertes lazos entre Estados Unidos e Israel a pesar de los espectáculos políticos de la izquierda radical.